APORTES DE LA ECOPSICOLOGÍA PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE.
Trayectorias Posibles de un
Paradigma Integrador de la Relación del Ser Humano con el medio ambiente.
Dr. Claudio Antonio Pereira Salazar.
Capítulo 2, pag 49 – 88. Libro Enfoques Psicosociales Emergentes. Abriendo
Rutas desde lo local. Ediciones Universidad del Bío-Bío. 2015. Concepción,
Chile.
Autores: Soledad Martínez Labrín, Damaris Opazo, Carlos Ossa, Claudia Pereira,
Claudia Vásquez.
Es evidente, incluso
hasta para las miradas más ingenuas, que la sociedad actual está inmersa en un
frágil orden social, en donde el estado
de crisis sistémica se expresa en diferentes
ámbitos de nuestra experiencia.
Los medios de comunicación refuerzan día a día una percepción
generalizada de que las cosas no marchan
bien en el mundo, conflictos bélicos basados en dogmas obsoletos, ambiciones de
poder, explotación irracional de los recursos naturales, la extinción a gran
escala de especies animales y plantas, el deterioro medioambiental, el
calentamiento global, sistemas
productivos alienantes, desigualdad en la distribución de los recursos,
discriminación y exclusión de minorías sociales, la creciente pobreza, crisis
en la educación, la salud, los alimentos, la vida familiar, por nombrar solo
algunos.
Frente a estos
problemas, Fritjof Capra en su obra “la trama de la vida” (Capra, 1996), nos
plantea, que en última instancia, estamos frente a una crisis de la percepción,
se derivan del hecho de que la mayoría de los seres humanos y nuestras
instituciones sociales suscriben una percepción
inadecuada del mundo. El
reconocimiento de la necesidad de un profundo cambio de percepción y
pensamiento capaz de garantizar nuestra supervivencia, no ha alcanzado todavía
a los responsables de las corporaciones ni a los administradores y profesores
de nuestras grandes universidades.
Los ciudadanos
han perdido la confianza en sus gobernantes, el sistema económico global tiene
a grandes grupos humanos sometidos a un
sistema económico basado en el endeudamiento
y la generación de necesidades de consumo cada vez más alejadas del
contacto orgánico con la naturaleza. Los movimientos sociales proclaman en un
grito planetario que otro mundo es posible, una nueva cultura de movilización
global (Calle, 2003) se expresa por todo el planeta reivindicando el derecho a
la humanidad, a la justicia social, a la verdad, al respeto, al amor, a la
sostenibilidad, a una calidad de vida digna para toda la humanidad. La ciudadanía parece despertar de un largo
letargo producto del adoctrinamiento que durante siglos se ha instalado en las
visiones de gobierno de las clases dominantes. Hoy día los indignados se
movilizan, reclaman y se expresan en las calles y las redes sociales, y su acción colectiva no solo se
centra en la protesta, sino que también surgen nuevas configuraciones de
movilización que promueven el cambio social en base a la acción social transformadora, desde un
compromiso con la vida, con la naturaleza, con la espiritualidad ( Pereira,
2011).
Estamos frente
a la emergencia de una nueva cultura de movilización en la que a las
personas ya no les interesa ir en contra
del sistema, ahora es el tiempo de una transición conciente hacia un nuevo
paradigma, desde el cual se promueve la
generación de prácticas e iniciativas que construyen nuevos modelos de
realidades en el ámbito personal, cultural, social, medio ambiental y
organizacional. Se comparten sentidos y se construyen identidades en torno a
una resignificación del ser humano en relación a la naturaleza y su devenir
histórico. Se está gestando una
conciencia colectiva que va más allá de los agotados modelos ideológicos,
religiosos y políticos basados en el deseo de instalar visiones de mundo
impuestas por minorías asentadas en el poder y la ambición.
En la
actualidad se multiplican los movimientos ciudadanos basado en la permacultura,
el bioregionalismo, el movimiento de transición, el movimiento global de
ecoaldeas, el repoblamiento, el decrecimiento, entre otros, que comparten
marcos culturales basados en la necesidad de reivindicar un desarrollo sostenible desde el aprendizaje en acción, la investigación
práctica y la promoción de diseños, relaciones sociales y tecnologías para un
mundo sostenible y el rediseño ecosocial.
Por su parte,
en la frenética vida de aquellos sujetos
inmersos en una sociedad de consumo en crisis,
marcada por la soledad, la depresión y el aislamiento, la enfermedad y
el desequilibrio se hace presente. Y la búsqueda del sentido de la vida y de la
sanación emerge por todos los rincones del planeta, y en respuesta a esto un
abanico de alternativas, disciplinas y
prácticas espirituales provenientes tanto del oriente como de tradiciones
ancestrales indígenas. En el concierto de ofertas y prácticas de crecimiento
personal es posible observar cómo han ido aumentando los espacios de encuentro
en los que se comparten ceremonias, y prácticas espirituales que responden al
deseo de una reconexión con el mundo natural y espiritual como una añoranza a
un pasado con sentido espiritual y
conexión profunda con la naturaleza y el universo.
La Emergencia de un nuevo paradigma cultural.
Generalizando
la definición de Kuhn de paradigma científico (Kuhn, 1969), Fritjof Capra propone la definición de
paradigma social, entendiendo este como «una constelación de conceptos, valores,
percepciones y prácticas compartidos por una comunidad, que conforman una
particular visión de la realidad que, a su vez, es la base del modo en que
dicha comunidad se organiza» (Capra, 1998).
Siguiendo esta
definición, es posible identificar una serie de presunciones, ideas, premisas, sentidos y valores que son
sostenidos por los líderes e instituciones
de la cultura materialista occidental, entre los que podemos encontrar
la visión del universo como un sistema mecánico constituido por piezas, el cual
se puede conocer fragmentándolo en partes, la del cuerpo humano como una
máquina, la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia, la
creencia en el progreso material ilimitado a través del crecimiento económico y
tecnológico, la convicción de que una sociedad en la que la mujer está por
doquier sometida al hombre, la dominación de la naturaleza de parte del hombre,
quien se sitúa en una posición de
control del medio ambiente natural. Y en este marco una visión
antropocéntrica de la ecología, en la cual el ser humano le otorga un valor
instrumental y de uso a la naturaleza,
separando al ser humano y situándolo por sobre ésta.
Un nuevo
paradigma social y cultural emerge tanto en el seno de diferentes movimientos
sociales antisistémicos, como en corrientes
espirituales tradicionales que
reivindican la integración e interconexión
del ser humano con el universo natural.
Comparten marcos culturales que se alinean con la visión del movimiento
de base conocido como Ecología Profunda, fundada por el filósofo noruego Arne Naess a
principios de los setenta, ésta no separa a los humanos del entorno natural, ve el mundo no como una
colección de objetos aislados, sino como una red de fenómenos fundamentalmente
interconectados e Interdependientes. El paradigma ecológico reconoce el valor intrínseco de todos los
seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la vida. Desde esta corriente de pensamiento se
plantean profundas cuestiones sobre los propios fundamentos de nuestra moderna,
científica, industrial, desarrollista y materialista visión del mundo y manera
de vivir. Es un llamado a cuestionar el paradigma civilizatorio completo, desde
una perspectiva ecológica, con importantes consecuencias en nuestras relaciones con los demás, con las
generaciones venideras y con la trama de la vida de la que formamos parte.
Este nuevo paradigma
cultural cobra cada vez más relevancia en las formas en que los seres humanos
incorporan la conciencia ecológica en su percepción de la realidad, siendo
compartido y co-construido por
científicos, intelectuales, activistas,
terapeutas, movimientos espirituales y
guardianes de sabidurías ancestrales de los pueblos originarios. Perfilándose
como un marco paradigmático que orienta la emergencia de propuesta de
desarrollo humano, desde una ética de la sostenibilidad y la espiritualidad,
con alcances en diferentes esferas de la vida personal y social. Es en este
contexto, como se fue configurando el
enfoque de la Ecopsicología, en tanto a una respuesta paradigmática del saber y
práctica psicológica, proyectándose desde el pensamiento sistémico y complejo como una psicología ecológica o
también llamada ecología psicológica.
La Génesis de la Ecopsicología
El interés en
establecer un diálogo entre la Psicología y la Ecología en América, nos conduce
a identificar la existencia de dos grupos
de investigación que discuten esta relación. El primero es liderado por
Roger Garlock Barker y el segundo por
Theodore Roszak (Volpi, 2007).
La escuela de
Barker inicialmente utilizaba el término “Ecología del comportamiento”, que
luego pasó a ser referida como Psicología Ecológica (en la publicación que
Barker realizó en el año 1968, titulada “Ecological Psychology”). La Psicología
Ecológica fue definida como “el estudio de la experiencia y el comportamiento
humano en sus contextos físico, político y espiritual de forma de construir un
mundo sustentable” (Winter, 1995, p. 283).
Siguiendo a Winter (1995), la psicología ecológica de Barker deriva de
la teoría topológica del psicólogo social
Kurt Lewin, y tiene como objetivo principal estudiar cómo desarrollar
una cultura sustentable que sea capaz de propiciar cambios cruciales en
nuestros comportamientos, sentimientos y valores (Winter, 1995, p. 271).
Se puede
decir que los intereses de Lewin por el
estudio de las influencias del medio ambiente en el comportamiento humano, fueron los primeros intentos de una propuesta
de una ecología psicológica. Su primer gran trabajo en este campo estaba
direccionado a los problemas sociales prácticos, relacionados al contexto de
postguerra de la segunda guerra mundial, en torno al problema de los hábitos
alimenticios y las resistencias al cambio de dichos hábitos. En su
investigación Lewin desarrolló un cuadro de análisis psicológico para
confrontar otras variables tales como, sociológicas, políticas, económicas y
ambientales.
A la muerte de
Lewin, su discípulo Barker, junto con otros colegas, siguieron esa misma línea
de investigación, fundando el centro de investigación Midwest Psychological
Research Station, en la ciudad de Oskaloosa, en el estado de Kansas, Estados Unidos. Uno de los
primeros grandes trabajos de investigación del grupo fue estudiar la vida
diaria de cerca de 100 niños en sus condiciones naturales. Los resultados de
los trabajos de este grupo de investigación los llevó a proponer una nueva
disciplina que llamaron “ecología del comportamiento”, por estar basada en el
conductismo, que ve al medio ambiente como un conjunto de objetos y
acontecimientos que condicionan el comportamiento según su propio sistema de
patrones dinámicos. Este abordaje movilizó el interés de muchos psicólogos para
el estudio la conducta humana en su contexto natural, teniendo como premisa
básica el “Setting conductual” o escenario
donde ocurre el comportamiento. La propuesta consistía en investigar mediante
la observación y registro de los diferentes patrones de respuestas que un
sujeto ejecuta en un ambiente específico. En este sentido, la escuela de Barker
llamada “Psicología Ecológica” corresponde a lo que la esfera Anglo-Sajona
llama “Psicología Ambiental” (Carneiro, 1997).
Desde otro
punto de vista, el término Ecopsicología fue usado por primera vez por Theodore
Roszak en su libro titulado “La Voz de la Tierra: una exploración de la
Ecopsicología”, publicado en 1992. A diferencia de la escuela de Barker que
enfatiza en una psicología social asociada al conductismo, la escuela de Roszak
es más ecléctica y fundamenta sus discusiones en Freud, Jung, Reich y otros
psicólogos.
Un grupo de
académicos de Berkeley – Elan Shapiro, Alan Kanner, Mary Gomes y Robert
Greenway – crearon un grupo de estudio para discutir sobre la contribución que
la psicología podía dar a una gestión diferente de la contemporánea crisis
ecológica. Entonces, también se unió a este movimiento Theodore Roszak,
historiador cultural y profesor universitario de la Universidad Estatal de
California Hayward. En 1993 se celebra la primera conferencia de Ecopsicología
en el Instituto Esalen, a partir de esta experiencia se abrió el campo de
estudio y se le dio importancia a su desarrollo en Estados Unidos, y en 1994, nace el Ecopsychology Institute en
la California State University.
De acuerdo a
los planteamientos de Roszak (2001), la Ecopsicología debe incidir principalmente
sobre la educación de los niños, despertando el sentido inherente de una
reciprocidad ambiental que reside en el inconsciente ecológico, en este
sentido, el objetivo de la ecopsicología sería crear un nuevo dominio de
estudio, donde las personas puedan vivir en plena libertad para descubrir por
ellas mismas las múltiples maneras de establecer sus vínculos con la
naturaleza.
Siguiendo a
Roszak (2001), la Ecopsicología debe mucho a Arne Naess, quién sentó las bases
de la Ecología Profunda que estudia las influencias entre la naturaleza y el
equilibrio psicológico. Revalida el papel de los seres humanos en el mundo
natural, propone que toda vida en la tierra posee un valor intrínseco, que la riqueza y la diversidad de la vida debe
ser privilegiada en equilibrio con las necesidades de satisfacer las
necesidades fundamentales. En 1996, Fritjof Capra cita a Roszak en su libro “La
Red de la Vida“, traducido a varios idiomas, favoreciendo la difusión
internacional.
Mark Schroll
(2007) plantea que el origen de la ecopsicología se remonta a trabajos, que si
bien no utilizaban este concepto, ya estaban perfilando este campo de estudio, identifica que uno de los muchos caminos de
origen de la Ecopsicología fue el desarrollado por Robert Greenway, quien mientras
trabajaba con Abraham Maslow, acuñó el término psicoecología en 1963 en un
ensayo que escribió en Brandeis University, Boston. Ese mismo año, se convirtió
en el fundador y decano del Colegio
Franconia de Greenway, en las montañas
de New Hampshire y continuó explorando las relaciones entre la psicología
humanista y la naturaleza, que más tarde se transformó en la psicología
transpersonal y psicoecología.
Greenway dictó
cursos de enseñanza en el campo la psicoecología, en el programa de la entonces
naciente “psicología transpersonal” en la Universidad del estado de Sonoma en
1968. Veinte años pasarían antes de que la investigación Greenway llamase la atención nacional a través de los
esfuerzos de Elan Shapiro, uno de los estudiantes de postgrado de Geenway. En
1989, Shapiro formó un grupo de discusión sobre este campo de estudio que se
reunía cada dos semanas en Berkeley. Además de Shapiro, entre los primeros
miembros de este grupo se encontraban María Gomes, Kanner Alan Segal Fran, y
otros. Greenway fue invitado a participar en estas discusiones.
La reputación
de este grupo finalmente atrajo la atención de Theodore Roszak en 1990, quien
asistió a algunos encuentros. Esto inspiró a
Roszak para escribir un ensayo sobre ecopsicología, forma que tenía el autor
para jugar con las palabras y la idea de
Greenway sobre psicoecología.
Es Roszak quien
ofrece una definición amplia de la ecopsicología, y en su análisis podemos
encontrar:
1) La síntesis emergente de la ecología y la
psicología.
2) La aplicación hábil de ideas ecológicas para la
práctica de la psicoterapia.
3) El descubrimiento de nuestro vínculo emocional
con el planeta
4) La Psicología como si toda la tierra Importara
A pesar de la
amplia definición de ecopsicología que propone Roszak, el nombre ecopsicología
no logra transmitir toda la gama de preocupaciones multidisciplinarias que se
derivan de esta, como es el caso de las contribuciones de la ciencia indígena.
La afiliación
histórica de la eco-psicología norteamericana fue unirse, casi inmediatamente,
a otra banda de rebeldes: la psicología transcendental y humanista. Esta
asociación, desde un principio, comenzó a indagar sobre las relaciones entre el
ser humano, la naturaleza y la espiritualidad. En términos de revolución no fue
un gran paso, puesto que estos eventos coincidieron con la ascendencia de la
ecología y del medio ambientalismo como ciencias necesarias en el contexto de
un planeta en crisis.
Actualmente la
Ecopsicología está situada en la escena internacional como un movimiento al que
se adhieren psicoterapeutas, psicólogos y educadores sensibles con la temática.
En los EEUU se ha extendido desde California hasta Canadá. En Europa, se lucha
por su reconocimiento y difusión (Inglaterra, Alemania, Finlandia, Italia,
España…) y en América del Sur hay centros en Uruguay, Argentina, México, Costa
Rica, Brasil y Chile. También se conoce en algunos puntos de Australia. El
movimiento de Ecopsicología aún se encuentra en fase de definirse como una disciplina establecida,
recién se están generando
organizaciones nacionales e
internacionales. Por ello, existen perspectivas y enfoques tan diversos para su
estudio.
Los 8 principios de la Ecopsicología
En La Voz de la
Tierra: Una exploración de Ecopsicología, Theodore Roszak (2001) formula algunos
principios generales que podrían orientar tanto a los ambientalistas y los
terapeutas en su proyecto común de definición de una relación sana con el mundo
que nos rodea:
1) El centro de
la mente humana es el inconsciente ecológico. Para la Ecopsicología, la
represión del inconsciente ecológico es la raíz más profunda de la locura de la sociedad industrial. El libre acceso al
inconsciente ecológico es el camino a la cordura.
2) El contenido
del inconsciente ecológico representa hasta cierto punto, y en un cierto nivel
de conciencia, el registro vivo de la evolución cósmica, que se remonta a las
difíciles condiciones iniciales en la historia del tiempo. Los estudios
contemporáneos sobre la compleja ordenación de la naturaleza nos dicen que la
vida y la mente emergen de esta historia evolutiva que culmina como un sistema
dentro de la secuencia natural en el que florecieron los sistemas físicos,
biológicos, mentales y culturales que llamamos "el universo".
3) Al igual que
el objetivo del tratamiento es restaurar el contenido anterior del inconsciente
reprimido, el objetivo de la Ecopsicología es despertar el sentido inherente de
reciprocidad medioambiental que está durmiendo en el inconsciente ecológico. Otras terapias
intentan curar la alienación entre las personas, persona y familia, persona y
sociedad. La Ecopsicología busca curar la alienación más fundamental entre el
hombre y la naturaleza.
4) Para la
Ecopsicología, así como otras terapias, la etapa crucial del desarrollo de la
vida es la infancia. El inconsciente ecológico es regenerado como un regalo en
el sentido de encantamiento con el mundo de todos los niños. Se nutre de muchas
fuentes, incluyendo las técnicas tradicionales de curación centradas en las
personas, la naturaleza mística expresada en la religión y el arte, la
experiencia de inmersión en la naturaleza y las ideas de la ecología profunda.
Se adaptan estas fuentes con el objetivo de crear el ego ecológico.
5) El ego
ecológico madura hacia un sentido de
responsabilidad ética hacia el planeta, tan vívidamente experimentado
como es nuestro sentido de responsabilidad hacia los demás. Su objetivo es
tejer esa responsabilidad dentro e la red de relaciones, de la sociedad y las
decisiones políticas.
6) Entre los
proyectos terapéuticos más importantes para Ecopsicología es la revalorización
de ciertos rasgos de carácter que impregnan las estructuras masculinas del poder político, orientado hacia la
dominación de la naturaleza, como si se tratara de algo extraño a nosotros y
sin derechos. En este sentido, la Ecopsicología se basa en algunos de los puntos de vista del
ecofeminismo y Espiritualidad Feminista, cuya
visión es desmitificar los estereotipos sexuales.
7) Lo que
contribuye a la pequeña escala de las formas sociales y personales nutre la
potenciación del yo ecológico. Lo que busca la dominación a gran escala y la
supresión de la personalidad socava el ego ecológico. La Ecopsicología, por lo
tanto, duda profundamente de la cordura esencial de nuestra colosal cultura
urbano-industrial, ya sea capitalista o colectivista en su organización. Sin
embargo, lo hace sin rechazar, necesariamente, el genio tecnológico de nuestra
especie o alguna otra medida que mejore la vida.
8) La
Ecopsicología sostiene que hay una interacción sinérgica entre el planeta y el
bienestar personal. El término "sinergia" es elegido deliberadamente
por su connotación teológica tradicional, que una vez enseñó que lo humano y lo
divino están ligados cooperativamente en la búsqueda de la salvación. La
traducción contemporánea del término ecológico podría ser: “las necesidades del
planeta son las necesidades de la persona, los derechos de la persona son los
derechos del planeta”.
Psicología Ambiental Comunitaria y Desarrollo
Sostenible
El interés de
la Psicología Ambiental por el Desarrollo Sostenible se basa en el
convencimiento de que la responsabilidad individual y colectiva en el
desarrollo de acciones que atentan contra la sostenibilidad del planeta y que
es posible aminorar, e incluso revertir esta tendencia. La fe en esta
posibilidad de cambio radica en suponer que si la información, las creencias y
las actitudes han contribuido a construir sistemas sociales basados en la
producción y en el deterioro, también pueden fomentar su opuesto, es decir patrones de vida sostenibles (Howard, 2000).
Enfrentar este enorme desafío, que involucra nada menos que transformar la
manera cómo pensamos, actuamos y sentimos con relación al ambiente, ha llevado
a diversos autores a asumir distintas aproximaciones, destacando diferentes aspectos
del problema.
En general,
gran parte de las investigaciones han estado orientadas por las perspectivas
conductual y cognitiva de la Psicología, enfatizando procesos psicológicos
individuales, en tanto que la orientación hacia los problemas, sobre la base de
factores sociales y niveles de análisis
grupales. Tanto en el campo de las investigaciones como las intervenciones se
han contemplado diversos temas (específicos o generales), contextos (locales y
globales), dimensiones (género, comunitaria), variables psicológicas y/o
sociales, tales como creencias, actitudes, conductas, estilos de vida, valores
y prácticas culturales, de manera separada o conjunta y aunque el foco de
acción ha sido el individuo. También han incluido procesos en organizaciones, corporaciones,
comunidades y hasta la propia cultura. También se ha pretendido propiciar el
intercambio entre sectores (expertos y público), niveles (individual,
institucional), disciplinas y ámbitos de acción (local, global) (Wiesenfeld,
2003).
La variedad de
aspectos tratados en las investigaciones que la Psicología Ambiental ha
desarrollado en torno al Desarrollo Sostenible, y las discrepancias en sus resultados sugieren
la falta de un hilo conductor y la
complejidad del tema. Al respecto, y sin desmerecer los aportes derivados de
dichos trabajos, diversos autores han manifestado su preocupación por el bajo
impacto que han tenido las actividades realizadas y en general por la poca
injerencia de la Psicología Ambiental en la temática ambiental, particularmente
en el Desarrollo Sostenible (Winter, 2000).
Wiensenfeld, en
su análisis sobre los aportes de la Psicología Ambiental al Desarrollo
Sostenible establece que: en general los
resultados de las investigaciones no han trascendido al plano de la aplicación,
y en el caso de haberlo hecho no estamos seguros de su efectividad, en virtud
de la escasa significación de los mismos. Ahora bien, tanto sus intervenciones
como sus investigaciones se han basado en principios cognitivos y conductuales,
razón por la cual han sido cuestionadas, además las intervenciones tampoco han
incorporado la participación de los usuarios o protagonistas, requisito
relevante en cualquier dominio, por lo tanto su sostenibilidad tampoco ha sido
evaluada. Las intervenciones tampoco han incorporado la participación de los
propios usuarios o protagonistas, proceso cuya relevancia lo ha colocado como
requisito en prácticamente cualquier dominio y el impacto de las
intervenciones, a mediano o largo plazo, que es un requisito para la sostenibilidad,
tampoco ha sido evaluado (Wiesenfeld, 2003).
Las
limitaciones señaladas obedecen, en parte, a las propias debilidades del
paradigma positivista en Psicología Ambiental, como la aproximación fragmentada
antes que holística a los procesos estudiados, la poca consideración a las
características del contexto (sociopolítico, cultural, económico), el énfasis
en procesos psicológicos individuales en las transacciones ambientales en
desmedro de los procesos grupales, etc (Wiesenfeld, 2001). Todo lo cual es contrario
al reconocimiento de la complejidad de tales procesos, particularmente el del
Desarrollo Sostenible y de la consideración de los mismos como totalidad.
Frente a estas
dificultades y limitaciones considero relevante las propuestas que concluye
Wiesenfeld (2003) respecto a una Psicología Ambiental contextualizada, que responda a los
planteamientos que dieron origen a la disciplina de contribuir a la comprensión
y solución de la temática humano ambiental, considerando ambos elementos del
binomio de manera holística, contextualizada e interdisciplinaria. Se trata
además de una Psicología Ambiental que reivindica la dimensión social en las
transacciones entre las personas con sus entornos, particularmente los comunitarios
y sobre todo por que promueve el papel
protagónico de los actores como intérpretes de sus situaciones, necesidades y
acciones y como gestores de las transformaciones necesarias para mejorar sus
condiciones de vida. Esto es una Psicología Ambiental Comunitaria (Wiesenfeld,
2001) basada teóricamente en el Construccionismo (Sánchez & Wiesenfeld,
2002) y metodológicamente en la Investigación “Acción Participativa”.
Corresponde a un
desarrollo sostenible local, contextualizado, con énfasis en sus componentes
ambiental, social y en los términos antes propuestos, esto es: con una visión
holística del ambiente e inclusiva de sus distintos tipos y manifestaciones, con
una visión amplia y compleja de la dimensión social, pero sobre todo, con
especial atención a los problemas de la pobreza, incluyendo las perspectivas y
aportes de los involucrados (Wiesenfeld, 2003).
La propuesta de la Ecología Social y el
Ecodesarrollo
Existe una
amplia corriente de pensamiento que desde las ciencias humanas se han enfocado
en las interacciones del ser humano con el medio ambiente. Desde la filosofía
se destacan las contribuciones de Murray Bookchin, Edgard Morin y Arne Naess.
M. Bookchin
(1986, en Gudynas y Evia, 1993), concibe
a la ecología social como una disciplina que permite estudiar los problemas
creados por las crisis sociales y ambientales, donde se da igual valor a la
crítica, construcción, teoría y práctica. Ese reconocimiento de la naturaleza,
exige reconocer en ellas valores, como lo postulan pensadores como A. Naess, en
su corriente “Ecología Profunda” (Naess, 1973).
La Ecología
Social es el estudio de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas
ambientales (Gudynas y Evia, 1993). Esta perspectiva parte del ser humano, y en
particular atendiendo a sus peculiaridades colectivas. La delimitación del
ambiente se hace desde el sistema humano. La ecología social puede
caracterizarse por tres dimensiones:
- Es una tarea de investigación científica
- Esta tarea incluye en un todo acción y promoción
- Tanto la investigación como la práctica se realizan
desde una perspectiva ética de respeto a toda la vida.
Estas tres dimensionas se formulan como axiomas centrales de los cuales se
derivan una serie de axiomas auxiliares que se refieren a la metodología, la
ética y la aplicación del conocimiento.
Axiomas metodológicos
a) No pueden estudiarse aisladamente los sistemas ambientales de los sistemas
humanos, de donde no debería existir una ciencia social distinta de una ciencia
ecológica
b) Consecuentemente, no existe una práctica social que sea diferente de una
práctica ambiental. El trabajo ambiental es a la vez un trabajo social.
c) Se debe recuperar la dinámica de los procesos, lo que exige poner énfasis
en las historias tanto de los seres humanos como de los ambientes
d) En tanto cualquier persona o grupo alcanza interacciones particulares con
su ambiente, el estudio de esas relaciones necesariamente debe hacerse con la
participación de las personas involucradas.
Axiomas éticos
a) Se reconocen valores intrínsecos en los demás seres vivos y en lo no-vivo.
b) Se deben respetar las formas en las que cualquier persona conoce y siente
el ambiente con el que interacciona.
c) Los resultados de la investigación son éticamente neutros, pero no en sus
puntos de partida, el proceso de investigación y el uso de esos resultados.
Axiomas sobre
la aplicación del conocimiento
a) La tecnología debe ser a escala humana, promoviendo el desarrollo humano y
acorde con la dimensión y objetivo del problema que se enfrenta.
b) Debe ser además social y ecológicamente sustentable y equitativa,
reconociendo valores en el entorno (Gudynas y Evia, 1993).
Debido a que la
ecología social se desarrolla en tres dimensiones, investigación,
acción-promoción y compromiso ético, se abre el camino para una nueva praxis,
que incluye tanto la acción como la reflexión.
Siguiendo estos
axiomas de la Ecología Social vamos a entender el ecodesarrollo desde el
paradigma del pensamiento complejo, a
partir del cual se concibe una praxis a través de los enfoques metodológicos de
la transdisciplinariedad –la fusión de diversas disciplinas, como Psicología,
Ecología y Sociología– y la multidimensionalidad. Con ésta última se reconoce
que los acercamientos unívocos a la realidad son sólo parciales, y su
intencionalidad es superar ese inconveniente. Desde este enfoque se propone la
comprensión e interpretación de –entre otras dualidades–, las conformadas por
lo objetivo y lo subjetivo, lo macro y lo micro, lo individual y lo colectivo,
lo moderno y lo tradicional, el enfoque de géneros, la estructura y la acción,
y el (inseparable) vínculo entre sociedad y naturaleza.
El conjunto de
ciencias y disciplinas que se integran en el Ecodesarrollo implican la
necesidad de repensar su racionalidad intrínseca y el cambio social, ambiental,
político, económico, cultural y las condiciones en que éste se lleva acabo.
El
Ecodesarrollo es entonces un enfoque transdisciplinario en sí mismo,
representativo de la fusión de los conjuntos integrados de ciencias y
disciplinas que conforman esta nueva orientación (Gudynas y Evia, 1993).
Para superar
las formaciones técnicas y científicas (uni)disciplinarias y fragmentarias
vigentes, parece ineludible apuntar a la adopción y adaptación del concepto de
pensamiento complejo, que opera a través de los enfoques de la
transdisciplinariedad y de la multidimensionalidad.
Ecopsicología, Interculturalidad y
transdisciplinariedad
Sin duda que
los cuestionamientos a la crisis del modelo occidental de desarrollo y las
consecuencias indeseadas de su aplicación, han influido notablemente en las
reflexiones y estudios que se han realizado desde la ciencia occidental
moderna, dando origen al surgimiento de nuevos paradigmas y la apertura y
flexibilidad para el diálogo intercultural e intercientífico, sobre la base de
un profundo cuestionamiento denominado como el neopositivismo, basado
fundamentalmente en la objetividad, universalidad y cuantificación - medición y
experimentación de todo proceso de investigación.
Es posible
reconocer que en el transcurso de la
historia se ha instalado una hegemonía occidental en la concepción del desarrollo, la educación y la salud. En este
sentido, se ha limitado el reconocimiento a las culturas locales y a los
pueblos indígenas originarios, privándolos en general de la oportunidad de
plantear sus propias concepciones y visiones del mundo, que permitan la
recreación y generación permanente de conocimientos desde lo local,
fortaleciendo la cultura, saberes, tecnologías, métodos y herramientas. Hoy
surge desde los diferentes continentes y regiones del mundo, desde culturas y
pueblos antiguos como la mapuche, rapanui,
maya y andina, la necesidad de
revalorizar y recrear su sabiduría en base a un diálogo de saberes, donde la
ciencia occidental moderna es parte de este proceso. En este sentido, la
Ecopsicología ha incorporado el estudio de las sabidurías y prácticas
ancestrales como una vía para la integración y reconexión del Ser Humano con la
Naturaleza.
Los aportes de
las corrientes que cuestionan el neopositivismo y que nacen a partir de la obra
trascendental de Kuhn (1969): "La estructura de las revoluciones
"científicas", son fundamentales en este proceso de reflexión y
tienen cada vez más "partidarios" en sociedades con una variabilidad
cultural y ecosistémica mayor, además se constituyen como la opción
"científica" de las comunidades científicas no occidentales y en el
marco teórico y metodológico de la investigación participativa y la
transdisciplinariedad, constituyéndose como puentes epistemológicos entre los
saberes de los pueblos indígenas originarios y el conocimiento científico donde
se resalta la fuerte interrelación entre investigación y acción-desarrollo.
El desafío que
plantean estas perspectivas consiste en situarnos en la interrelación entre el conocimiento
científico y los saberes locales, a través de la transdisciplinariedad y la
investigación participativa, donde la investigación transdisciplinar y la
interacción social con comunidades campesinas y municipios se unen en una
perspectiva de diálogo intercultural e intercientífico.
La
transdisciplinariedad y las investigaciones participativas son dos
consecuencias y resultados favorables del siglo y medio de debates
epistemológicos y metodológicos de la comunidad científica occidental, que ha
empezado a reconocer y a aceptar los aportes de las sabidurías de los pueblos
indígenas y de las sociedades no occidentales, especialmente por su relación
equilibrada con la naturaleza y su percepción integral de la vida, siendo nexos
fundamentales a considerar para la perspectiva de un diálogo intercultural e
intercientífico.
Es por ello que
desde varios campos de la ciencia, se van dando pasos para sentar las bases de
un nuevo paradigma, menos rígido y más respetuoso con la complejidad que se
viene detectando en la materia, los seres vivos y la sociedad, en general. En
tales circunstancias es preciso realizar trabajos enfocados al análisis y
comprensión de las relaciones entre disciplinas/campos y conocimientos, puesto
que de esta interdependencia entre las partes surgen, normalmente, nuevas
propiedades que antes no poseían esas partes consideradas de manera aislada
(Torres, 2000).
La
Ecopsicología desde un paradigma basado en el pensamiento complejo incorpora
la transdisciplinariedad, asume
trascender la simple interacción o sumatoria de disciplinas, cada una con sus
teorías, métodos y metodologías (multidisciplinariedad e
interdisciplinariedad). En la transdisciplinariedad desaparecen los límites
ante las diversas disciplinas y se constituye un sistema total que sobrepasa el
plano de las relaciones e interacciones, dando origen a una macrodisciplina,
pero fundamentalmente se abre a otras formas de conocimientos y a otras
culturas, como diálogo intercultural e intercientífico, donde se reconoce a
cada cultura y cada conocimiento como parte de un todo que interactúa entre sí
(Delgado, 2004).
Desde esta
perspectiva la construcción de modelos de desarrollo humano sostenible,
deberían considerar el conocimiento científico occidental moderno,
pero con el pleno reconocimiento de la sabiduría de nuestros pueblos indígenas
originarios, en lo que se ha denominado por la "interdisciplinariedad
crítica" que obliga a una deliberación colectiva de problemas públicos y a
la presencia de las memorias reprimidas y silenciadas en el análisis de las
experiencias de carácter sociohistórico. Esta perspectiva crítica, conlleva a
repensar, redescubrir, reconceptualizar las razones de marcos teóricos,
conceptuales y metodológicos, recuperando las voces de quienes han sido
excluidos del modelo de desarrollo dominante.
Un nuevo
paradigma que permita abordar el desarrollo humano desde la
transdisciplinariedad y el diálogo de saberes, emerge desde el pensamiento
complejo (Morin, 1995). No es posible
estudiar el desarrollo humano desde parcelas fragmentadas. La sociedad, la
economía, la cultura, la política, todas son dimensiones mutables e
impredecibles. En realidad, todo proceso de desarrollo lleva en si la marca de
lo imprevisible. Los procesos que ocurren en un territorio, particularmente
cuando este es intervenido por el hombre que busca desarrollarlos, son interactivos
y presentan elementos de indeterminación que se traducen en incertidumbre. Ello
nos invita a repensar la salud, la educación y el desarrollo social, desde un
pensamiento no lineal, reflexivo, abierto, creativo y solidario. Debemos
aprender a relacionar y desaprender a fragmentar, provocando la rearticulación
de los conocimientos, desde el diálogo permanente.
La mayoría de
las disciplinas se basan en sistemas de diagnósticos e intervención basados en
sistemas lineales y los cambios se explican si controlamos las propiedades
dentro de cada dimensión. El hecho es que los procesos de desarrollo de
cualquier territorio son indivisibles y constituyen interrelaciones que fluyen
en dirección a posibilidades compartidas por sus actores dentro de los
equilibrios de la naturaleza. Lo que existe es una dinámica de vinculaciones
que se retroalimentan constantemente. Desde esta perspectiva debemos comprender
la totalidad de la experiencia psicosocial como una construcción de dimensiones
interrelacionadas e inseparables.
Frente a este
escenario de crisis, la propuesta es la generación de conocimiento
transdisciplinario. La visión del desarrollo humano desde el pensamiento
complejo, sin duda alguna, constituye un marco articulador de conocimientos y
voluntades.
El desafío que
nos colocan los nuevos contextos consiste en posibilitar la emergencia de un
nuevo imaginario epistemológico que nutra la germinación de nuevos conceptos,
provechosos para diseñar metodologías para un auténtico desarrollo sostenible,
solidario, incluyente. Se requiere esencialmente un cambio de conciencia en
numerosas comunidades y personas, lo suficiente para crear resonancias con
capacidad de renovar a toda la sociedad.
Es así como nuevos
discursos deben emerger desde la sociedad, no tanto desde el poder, sino desde
los actores sociales. La observación de los sistemas complejos nos ha enseñado
que las conexiones y los contactos entre
actores, aumentan la inteligencia colectiva. La teoría de la complejidad nos enseña
que lo complejo conduce a la emergencia de efectos simples.
Movimientos Globales por el Desarrollo Sostenible
Al comprender a
la Ecopsicología como un campo de estudio transdisciplinario que incorpora el
diálogo de los saberes ancestrales con los avances científicos para contribuir
al imperativo del desarrollo sostenible, me parece interesante poder considerar
algunos movimientos sociales que promueven el cambio hacia una conciencia
ecológica, estos movimientos emergen como importantes ámbitos de investigación
acción de procesos de cambio social y personal que se experimentan en el seno
de la acción colectiva y educativa de los
movimientos globales por el desarrollo sostenible como es el caso del
Movimiento Global de Ecoaldeas, el Movimiento de Permacultura y el Movimiento
de Transición hacia una sociedad sostenible (Pereira, 2011).
Movimiento de
Ecoaldeas
El Movimiento
Global de Ecoaldeas surge a partir de la conferencia anual realizada en la
comunidad de Findhorn, en el norte de Escocia, en octubre del año 1995. Se
constituye en el reconocimiento de numerosos grupos y comunidades intencionadas
distribuidos por todo el planeta, abarcan una gran variedad de organizaciones y
contextos, el objetivo del movimiento es crear asentamientos humanos
sostenibles y sus distintas comunidades se organizan y agrupan en su mayoría,
en la red global de ecoaldeas (Jackson, 2007).
Se definen las
ecoaldeas como “… asentamientos a escala humana, rurales o urbanos, que se
esfuerzan por crear modelos de vida sostenible. Pueden ser nuevos asentamientos
o restaurados, pueblos existentes, y se les puede encontrar en sociedades
industriales o post-industriales en el Norte, y en países en desarrollo en el
Sur. Son ejemplos de un modelo de desarrollo que combina una alta calidad de
vida, la conservación de recursos naturales, y que promueve formas de actuar
integradoras en el entorno humano, la ecología, la educación, toma de
decisiones participativa, tecnologías verdes y negocios.” (Global Ecovillage
Network). Para conseguir el objetivo de crear asentamientos humanos
sostenibles, algunas personas, procedentes de comunidades existentes, pensaron
que era necesario poner en marcha comunidades piloto, que pudieran servir de
modelo a otras que vendrían después, y que se precisaba además una red de
intercambio de información entre estas comunidades y el resto. Así fue como
nació, en 1994, la Red Global de Ecoaldeas (GEN: global ecovillages network). A
partir de una iniciativa de la Asociación danesa de comunidades sostenibles se
decidió crear la Red sobre un grupo inicial formado por las siguientes
comunidades: Findhorn (Escocia), The Farm (Tennesee, USA), Lebensgarten
(Alemania), Crystal Waters (Australia), Ecoville, St.Petersburg (Rusia),
Gyûrûfu (Hungría), Proyecto Ladakh (India), Manitou Institute (Colorado, USA) y
la Asociación de Ecoaldeas Danesas. Se decidió establecer tres redes regionales
que cubran el planeta, con sus centros administrativos en The Farm,
Lebensgarten, Crystal Water.
Aunque aún se
encuentra en su período embrionario, el movimiento de ecoaldeas es un fenómeno
global que obedece a causas globales (Jackson, 2004). Se puede entender como
una parte del movimiento antiglobalización, pero mientras la parte más visible
de este movimiento se basa en grupos y organizaciones que protestan contra las corporaciones del
modelo económico dominante, su acción colectiva y sus repertorios de
movilización se centran en la protesta en las calles y boicoteos al sistema de
consumo, las organizaciones y miembros del movimiento global de ecoaldeas
plantean una aproximación diferente. Ellos se encuentran construyendo pequeñas
comunidades autosustentables que con sus
limitados recursos se han ido
consolidando lentamente. Los participantes ven las ecoaldeas como un modelo en
el cual podríamos, eventualmente, vivir todos los seres humanos, si se
consideran seriamente las amenazas que para nuestro ambiente y estructuras sociales
significa la globalización corporativa
y el dominio de las grandes compañías multinacionales que solo han promovido un
modelo de desarrollo centrado en el mercado, el consumo y la explotación
irracional de la naturaleza.
En las bases
del movimiento también encontramos las comunidades intencionales de los años
70, herederas del movimiento hippie, a
estas les han sucedido las aldeas o pueblos ecológicos actuales, donde
predominan las casas familiares o individuales y los espacios comunes
(co-housing) donde reunirse, compartir tareas y celebrar la vida. El marco de
acción de los habitantes de las aldeas ecológicas se basa en la agricultura y
ganaderías ecológicas, bioconstrucción, utilización de energías renovables, reducción
del gasto energético, consumo consciente y responsable, reciclaje, economía
solidaria, y la intención de que el beneficio no sea individual sino colectivo
y para el medioambiente.
La mayoría de
las organizaciones del movimiento apelan a la búsqueda de la calidad de vida
como eje orientador de su decisión de participar en un proyecto de ecoaldea, a
querer vivir mejor personal, social, consciente y sosteniblemente. Para que el
grupo se consolide, es necesario compartir experiencias, establecer métodos de
decisión colectiva, forjar expectativas comunes, llegar a tácticas, estrategias
y acuerdos, idear métodos de resolución de conflictos, mantener relaciones con
el exterior y mejor si existe un medio de comunicación que informe de lo que
sucede.
En la
actualidad el movimiento global de ecoaldeas responde al deseo de un creciente
número de personas de vivir de una manera gratificante en el plano social,
espiritual, y económico. Plantea la creación de modelos de vida y organización
comunitaria para un futuro sostenible. La opción de búsqueda de un modelo
social alternativo es planteada por muchos de los representantes y
organizaciones del movimiento, como una
manera de evitar la catástrofe social y el colapso medioambiental. Las
ecoaldeas están estableciendo los fundamentos para una nueva cultura que podría
abrazar la sociedad, tanto por la necesidad de hacer frente a la crisis
medioambiental, como también para ofrecer
mejores condiciones de vida satisfactorias que el modelo occidental dominante
(Jackson, 2004).
En la
actualidad son muchas las iniciativas en desarrollo en todo el planeta. En
Europa existen 20 redes nacionales, en Norte y Sur de América existen 9 redes
bioregionales, en África existe una gran red regional mientras que en Asia se
están organizando en la medida que crece el movimiento.
No existe un
conocimiento exacto ni tampoco un acuerdo sobre cuantas ecoaldeas existen, ya
que muchas aún no están conectadas a la red, pero se estima que el número de
comunidades intencionales, incluyendo los proyectos de cohousing, serían
alrededor de 4.000 a 5.000 iniciativas, dependiendo de su definición. Aunque
Albert Bates, miembro del equipo de GEN internacional, estima que existen más
de 15.000 proyectos (de acuerdo a la definición de ecoaldeas). En estos se
incluyen cientos de pueblos tradicionales del sur, por ejemplo, el componente
más grande de la red es el movimiento de Sri Lanka Sarvodaya, constituido por
alrededor de 12.000 pueblos tradicionales (Jackson, 2004).
Movimiento de
Permacultura
La
permacultura, fusión de los vocablos “cultura permanente”, fue desarrollad en
los años 70 por los australianos Bill Mollison y David Holmgren, en aquella oportunidad fue planteada como una
respuesta a los problemas de contaminación del suelo, del agua y del aire,
consecuencia de los sistemas agrícolas e industriales existentes. Sin embargo,
su enfoque, en sistemas agrícolas, fue ampliado debido a que la sostenibilidaden
términos de comida no puede suceder en aislamiento del espectro de otros
elementos que forman la sociedad como
la economía, construcción, energía, etc.
Desde sus inicios se ha definido como una respuesta positiva a la crisis
ambiental y social que estamos viviendo.
Los pioneros de
la Permacultura fueron recogiendo antiguos saberes y prácticas mezclándolas con
el conocimiento moderno de las plantas, los animales y los sistemas sociales.
La base de la permacultura es la observación de los ecosistemas naturales,
junto con la sabiduría ancestral de los pueblos primitivos y el conocimiento
científico. Aunque se basa en modelos
ecológicos, la permacultura crea una ecología cultivada, que se diseña para
producir más alimentos que los que encontramos en la naturaleza.
Podemos entender
la permacultura como un modelo de diseño de asentamientos humanos sustentables,
así como también una filosofía práctica o forma de pensamiento que aspira a la
co-creación de una cultura permanentemente sostenible. Permacultura es un
término genérico para la aplicación de éticas y principios de diseño en
planeación, desarrollo, mantenimiento, organización y la preservación de
hábitat apto de sostener la vida en el futuro. También se entiende como red y
movimiento internacional de practicantes, diseñadores y organizaciones, quienes
en su gran mayoría se han desarrollado y sostenido sin apoyo substancial de
corporaciones, instituciones o gobiernos.
La Permacultura
enseña como observar la dinámica de los ecosistemas naturales para diseñar
sistemas productivos que respondan a las necesidades humanas sin degradar a
nuestro entorno natural. Tiene como objetivo práctico integrar en un diseño
diversos elementos como plantas, animales, paisajes, construcciones,
tecnologías y relaciones sociales para lograr la estabilidad y resistencia de
los sistemas naturales y un mayor potencial para la sustentabilidad económica a
largo plazo. Los ejes centrales de la permacultura son la producción de
alimentos, abastecimiento de energía, el diseño del paisaje y la organización de
(Infra) estructuras sociales. También integra energías renovables y la
implementación de ciclos de materiales en el sentido de un uso sostenible de
los recursos a nivel ecológico, económico y social.
El marco cultural
de la permacultura está constituido por éticas y principios.
La Ética, que
consiste de tres principios fundamentales: cuidar la tierra, cuidar a las
personas y Compartir de una forma justa los excedentes y capacidades
Cuidado de la
tierra: Este componente ecológico tiene como objetivo el uso y manejo
responsable de los recursos. Para poder hacer sostenible un diseño
permacultural, se tienen que integrar con una perspectiva a largo plazo los
ciclos de materiales y los flujos energéticos, para apoyar los sistemas
fundamentales que sostienen la vida. "En su sentido más profundo, el
Cuidado de la Tierra puede verse como el cuidado del suelo vivo como fuente de
la vida terrestre y de la cual tenemos la mayor responsabilidad."
Cuidado de la
Gente: Este componente social toma en cuenta los derechos de toda la gente y de
los pueblos a decidir sobre su vida. Aquí se hace evidente el problema de
libertad y responsabilidad. Para garantizar el derecho de diseñar libremente el
uso de los recursos básicos, es necesario llegar a un equilibrio entre las necesidades
individuales y comunes. Esto da vida a la demanda ética de la justicia social:
Todos los seres humanos deben tener el mismo derecho y acceso a los recursos y
conocimientos.
Compartir de
una forma justa los excedentes y capacidades: Al asegurarnos que todos los
productos y excedentes están dirigidos hacia los objetivos anteriores, podemos
empezar a construir una cultura verdaderamente sostenible y permanente. Este
componente económico también integra la limitada tolerancia y capacidad
regenerativa de nuestro planeta tierra. Como enunciado se puede añadir, en
estos tiempos más que nunca: ¡Establecer límites a consumo y reproducción! No
debemos que olvidar, que también se trata de compartir con las generaciones que
vienen, algo de la riqueza y de los recursos que el planeta nos está regalando
en el presente.
Algunos de los
principios de actitud sobre los que se basa la filosofía de la Permacultura son
los siguientes:
- Necesitamos desarrollar un pensamiento integral y
holístico, para tomar en cuenta todos los aspectos de un sistema, no nada
más una parte.
- El diseño ecológico e integrado implica el uso
intensivo de la información e investigación, en vez de apuntar hacia el
uso intensivo de capital y energía. Es la calidad del pensamiento y de la
información lo que determina el rendimiento, no el tamaño o la calidad del
sitio.
- La ecología incluye a la humanidad.
- Trabajar con la naturaleza, y no en contra de ella.
- Dejar en mejores condiciones todo lo que tocamos
- Convertir problemas en oportunidades. Y los deshechos
en recursos, como en el reciclaje.
- Todas las situaciones necesitan tratamientos
diferentes.
- La naturaleza requiere una recompensa por cada
regalo.
- Saber cuándo se tiene sufiente.
- Cooperación en vez de competencia.
- Todo funciona en ambas direcciones...cada ventaja
tiene una desventaja, cada problema puede ser un recurso.
- Mejor observar, pensar e investigar que trabajar sin
necesidad.
- Mínimo cambio para el máximo efecto
- El rendimiento de un sistema es teóricamente
ilimitado
- Todo afecta a todo
Los Principios
de diseño
En su libro
“Permaculture – Principles and pathways beyond sustanabiliy“, publicado en
2002, David Holmgren ofrece una evolución conceptual de permacultura,
actualizada y adaptada a los desafíos del nuevo milenio. Propone permacultura
como instrumento para una transición productiva de una sociedad industrial de
alto consumo energético hacia una cultura sostenible, para desarrollar una
visión de adaptación creativa para un mundo, donde los recursos naturales y la
energía serán cada vez más escasas. A cada uno de estos doce principios de
diseño dedica un capítulo entero:
1. Observar e
interactuar: Observación cuidadosa de los procesos sistémicos e interacción
consciente con los elementos del sistema. Descubrir „puntos de palanca“, para
lograr el máximo efecto con mínima interferencia.
2. Captar y
almacenar energía: Redescubrimiento e uso adecuado de los almacenes de energía,
las cuales en todas las culturas preindustriales fueron patrimonios naturales
esenciales para sobrevivencia: Agua, suelos, semillas y árboles. Una prioridad
es la progresiva autonomía local y bioregional, para independizarse cada vez más
de los sistemas globalizados de alto consumo energético
3. Obtener un
rendimiento: Si bien es importante la reconstrucción de capital natural para el
futuro, tenemos que satisfacer también nuestras necesidades inmediatas. Rendimiento,
beneficio o ingresos funcionan como recompensa que anima mantenimiento y/o
replicación del sistema que los generó (retroalimentación positiva).
4. Aplicar
autoregulación y aceptar retroalimentación: Descubrir y utilizar procesos de
autoregulación en los sistemas. Integrar el desarrollo de culturas y
comportamientos sensibles a las señales de la naturaleza para prevenir la
sobreexplotación (retroalimentación negativa).
5. Usar y
valorar los recursos y servicios renovables: Uso cauteloso pero productivo de
recursos renovables (sol, viento, agua, biomasa). Reducir el empleo de recursos
no-renovables.
6. No producir
desperdicios: Emplear “cascada” para evitar los desechos: Rechazar, reducir,
reutilizar, reparar, reciclar.
7. Diseñar
desde patrones hacia los detalles: Diseño exitoso necesita un entendimiento de
los patrones “superiores” de la naturaleza. Los detalles planeados y deseados
de un proyecto de permacultura toman en cuenta estos patrones y se desarrollan
conforme a ellos.
8. Integrar más
que segregar: Las relaciones entre los elementos son tan importantes como los
elementos en sí mismos. Ubicarlos de modo que cada uno sirva las necesidades y
acepte los productos de otros elementos. Co-operación de múltiples elementos en
vez de eliminación de algunos y competencia entre ellos.
9. Utilizar
soluciones lentas y pequeñas: Estrategias pequeñas y lentas mantienen los
sistemas a escala humana y son más productivos a largo plazo que los proyectos
grandes que necesitan de mucho tiempo, energía, y recursos.
10. Usar y
valorar la diversidad: Uso, conservación y ampliación de la diversidad de
elementos en los sistemas. Esto asegura su estabilidad y resiliencia, y hace
posible su auto-organización a largo plazo.
11. Usar los
bordes y valorar lo marginal: Descubrir la riqueza de los bordes/ límites entre
los sistemas y usarlos productivamente.
12. Usar y
responder creativamente al cambio: Uso creativo de los ciclos, pulsos y procesos
de sucesión naturales, para poder reaccionar a los desafíos del futuro
adecuadamente.
Actualmente
estos principios se aplican en otros ámbitos relacionados con los recursos
físicos y energéticos, así como a la organización social (a menudo llamados
estructuras invisibles en la enseñanza de permacultura). Acción permacultural
se ha expresado durante los últimos 30 años en estos siete áreas o “dominios“:
- Manejo de la tierra y la naturaleza: Por ejemplo
mediante agricultura orgánica y hortalizas familiares, agroforestería,
bosque-huertos, conservación, regeneración y manejo sostenible de los
espacios silvestres o la conservación de la biodiversidad cultivada
mediante bancos de semillas criollas y polinizadas abiertamente.
- Ambientes construidos: Por ejemplo a través de
diseño bioclimático de construcciones, uso de materiales locales y
naturales, el empleo técnicas de eco-construcción (adobe, cob, pacas de
paja, paja-arcilla...), y el empleo de técnicas que faciliten la
autoconstrucción.
- Herramientas y tecnología: Sanitarios secos y
composteros, biodigestores, biofiltros, cisternas, captación de aguas
pluviales, energías renovables como la solar, eólica o
mico-hidroeléctrica, así como una gran variedad de “ecotécnias“ y
tecnologías apropiadas.
- Educación y cultura: Por ejemplo a través de
educación ambiental, hortalizas escolares y comunitarias, artes
participativas, así como la fomentación de la educación para la paz, el
espíritu de arraigo o la investigación activa.
- Bienestar físico y espiritual: Medicinas alternativas
y complementarias, la práctica de yoga u otras disciplinas de cuerpo/
mente/ espíritu, nacimiento y muerte en circunstancias dignas ...
- Economía y finanzas: mediante la relocalización de
las actividades económicas y comerciales, inversiones éticas, sistemas
justos y bioregionales de ahorro y préstamo, mercados de trueque o
voluntariado
- Tenencia de la tierra y gobierno comunitario:
Cooperativas de producción y consumo, ecoaldeas y comunidades
intencionales, procesos participativos de toma de decisiones y resolución
de conflictos...
Estos ámbitos
claves que requieren integración y transformación para crear una cultura
sostenible, se pueden ubicar en la Flor de la Permacultura. “El sendero
evolucionario en espiral que comienza con los principios éticos y de diseño,
sugieren el entretejido de estos ámbitos, inicialmente a nivel personal y local
para proceder con los niveles colectivo y global. La naturaleza arácnida de esa
espiral sugiere la naturaleza incierta y variable de ese proceso de
integración."
Existe una red
mundial de permacultura quienes imparten su enseñanza a partir de un
certificado de diseño en permacultura
reconocido internacionalmente e impartido en varias ecoaldeas, centros
demostrativos e institutos de permacultura. Existen variados Institutos que
promueven y trabajan en torno al concepto de permacultura y plantean una
organización en red, como el instituto Latinoamericano de Permacultura,
Asociaciones permaculturales que agrupan varios proyectos como Amayuela,
Academia Mundial de Permacultura (red europea y Americana) Red de Permacultura
del Sudeste, Ecocentro IPEC, IPEMA, IPEP, Instituto de Permacultura de Bahía,
Instituto de permacultura de México, Instituto Argentina de Permacultura,
Instituto Chileno de Permacultura, entre muchas más. Estos institutos en
general se constituyen como centros de aprendizaje y ofrecen asesorías y
experiencias sobre prácticas y tecnologías asociadas a la permacultura. Esta se
enseña en seminarios, cursos y talleres, pero el centro es el “action learning”,
es decir, el aprendizaje mediante la acción. El Curso de “Certificado de Diseño
de Permacultura”, basado en un currículum establecido por Bill Mollison al
principio de los años ochenta, ha sido el vehículo principal, a través del cual
se ha diseminado, multiplicado y evolucionado el concepto a través de las
últimas décadas, y ha sido para muchos el comienzo de estudios serios de
permacultura. En la enseñanza se aspira al desarrollo del “pensamiento
sistémico” o “pensamiento de diseño”, incluyendo el desarrollo de habilidades
de “lectura del paisaje“, implementando diseños en una variedad de contextos,
manteniéndolos y refinándolos a través del tiempo. Se recomienda comenzar con
el establecimiento de sistemas a pequeña escala, como casas, huertos, sistemas
productivos familiares, para después aplicar los conocimientos a una escala más
amplia.
Movimiento de Transición
El movimiento
de pueblos o iniciativas de transición
surgió en el Reino Unido y se ha
expandido por varios países, representan un conjunto de iniciativas y proyectos
colectivos que buscan movilizar a las personas y comunidades a tomar las acciones de largo
alcance que son necesarias para mitigar los efectos del Cenit del Petróleo y
del Cambio Climático. Además, estos esfuerzos aumentan la capacidad de
supervivencia y bienestar, en la perspectiva de los importantes cambios que
vamos a vivir en los próximos años, como consecuencia de la decreciente
disponibilidad de los recursos energéticos fósiles y la alteración del clima.
Están tomando e
integrando un acercamiento inclusivo para reducir su huella ecológica e
incrementar sus habilidades para resistir los cambios fundamentales que acompañarán
al Cenit del petróleo. A diferencia del movimiento de las eco-aldeas, el
“Transition Towns Movement” no pretende la creación de comunidades
alternativas, sino la re-conceptualización de las ya existentes.
El objetivo es
desarrollar comunidades que no dependan en absoluto del consumo de combustibles
fósiles para la generación de su energía, bienes y servicios. Se encuentran en
la búsqueda de un nuevo modelo económico que nos permitiera vivir no sólo de
modo sostenible, sino con más sentido común.
La Transición
interior es un enfoque al interior del movimiento de transición que busca encontrar maneras de cultivar el
cuerpo, mente y espíritu mientras navegamos hacia la sostenibilidad. La
Transición interior comienza con la eliminación del velo de la negación y el
despertar con el estado de nuestro mundo. Se trata de mirar con los ojos
abiertos a los trastornos climáticos, extinción de especies, contaminación, crecimiento
explosivo de la población, sociedad de crecimiento industrial, y cómo la
creencia en los efectos del crecimiento sin fin de recursos finitos de la
Tierra. Se busca entender la parte que personalmente hemos jugado en la
desintegración de nuestro mundo para que podamos tomar mejores decisiones y
heredar una existencia saludable y
sostenible a las futuras generaciones.
El movimiento
de transición hacia una cultura
sostenible comprende que estamos cambiando no sólo el
"exterior" del mundo (ejemplo: huertos, sistema de agua, energías,
las economías locales, etc.), sino que también estamos cambiando nuestro
"interior" del mundo, por ejemplo, cambio de la forma en que
definimos el éxito y el bienestar, cambiar nuestras relaciones con los demás y
con otras formas de vida en el planeta, cambiar hacia una conciencia ecológica,
cambiar nuestra relación con el tiempo, etc.
Proyecciones y perspectivas
Desde la
Ecopsicología podemos diseñar modelos para hacer frente a los aspectos
espirituales y psicológicos de la transición.
En tiempos de
grandes cambios y crisis sociales, tanto desde nuestro interior, como en
nuestras organizaciones, las necesidades de integración, de calidad de vida
personal y social surgen con mucha fuerza. Y para responder a estas necesidades
es fundamental contar con lideres
capacitados para afrontar los desafíos del desarrollo personal, social y ecológico.
Estamos frente
a la emergencia de un nuevo paradigma cultural, que demanda nuevas formas de
educación, organización y entendimiento de las relaciones entre los seres
humanos y la naturaleza. Los antiguos y fragmentados
sistemas disciplinarios no fueron capaces de integrar al ser humano con su
entorno, la crisis social y ambiental que vivimos en la actualidad nos sitúa
frente a la necesidad imperiosa de desarrollar la inteligencia colectiva y la
creatividad necesaria para hacernos
cargo aquí y ahora de co-crear nuevos sistemas de vida personal y productiva,
que nos permitan mejorar nuestra calidad de vida en el presente y proyectar
el buen vivir de las futuras
generaciones.
Reconocemos en
las propuestas de la ecopsicología, el
paradigma integral y el pensamiento complejo, basado en las ciencias sistémicas evolutivas, la
invitación a entender al ser humano desde diferentes campos de
observación/acción, que corresponden a las dimensiones cognitivas, biológicas,
subjetivas, emocionales, culturales, ecológicas y espirituales, que se
encuentran presentes en toda experiencia humana.
La
ecopsicología responde a la necesidad de los seres humanos de formar parte de
algo, y parte del supuesto de que en lo profundo de nuestra psiquis estamos
enlazados a la madre tierra. Rescata las sabidurías ancestrales de los pueblos originarios, que tenían una
relación saludable con la naturaleza y el espíritu. Busca y estudia como
reconectar al ser humano con los elementos de la naturaleza, comenzando por su
naturaleza esencial. Mantiene la unión
entre el ser humano y la naturaleza para que la visión del futuro se desarrolle
en dirección de la unidad del alma con lo material. Sensibiliza a los seres
humanos en cuanto a la necesidad de cuidar la tierra como a nosotros mismos y nuestras
relaciones.
Desde la
perspectiva de la ecopsicología nos planteamos el desafío de desarrollar
programas de formación, aprendizaje y experimentación de diversas herramientas
para desarrollar intervenciones a nivel individual, grupal y comunitario, en el
marco de un modelo Ecopsicológico de Desarrollo Humano Integral, que integra
los conceptos de inteligencia integral,
sostenibilidad, autocuidado, evolución, cultura, medio ambiente y
espiritualidad como ejes orientadores en
la educación para el desarrollo sostenible.
El paradigma
integral es el resultado del exhaustivo análisis realizado de las grandes
culturas del mundo, partiendo desde las sabidurías ancestrales y llegando hasta
los últimos descubrimientos en ciencia cognitivas. Ha logrado integrar los
diversos modelos que explican el desarrollo humano en un nuevo mapa global. La
visión integral sintetiza el funcionamiento de dicho mapa del potencial humano,
una herramienta que permite hacer uso de todos los recursos disponibles para
enfrentar distintas situaciones, ya sea en el ámbito de la salud, la educación,
la empresa, las relaciones personales o la vida cotidiana en general. Se trata,
en definitiva, de un enfoque integral que aprovecha los distintos conocimientos
generados a lo largo de la historia y desde diferentes perspectivas.
Potenciar la
inteligencia colectiva para el cambio social nos lleva a proponer un programa que
permita conocer, explorar y entrenar a los estudiantes en los modelos y
herramientas de cambio que presentan mejores resultados en la actualidad, en un
diálogo de saberes entre las prácticas ancestrales y las más avanzadas técnicas
de facilitación, provenientes del mundo de la psicoterapia, el coaching y la
educación.
Por su parte,
los estudios y propuestas de la
permacultura y los modelos de transición hacia comunidades sostenibles nos
ofrecen la oportunidad de llevar a la práctica proyectos y acciones que
permitan robustecer nuestras comunidades a través del rediseño ecosocial,
fortaleciendo la resiliencia comunitaria,
para ser capaces de afrontar los entornos de crisis y favorecer el desarrollo sostenible y la
calidad de vida de todos los seres humanos.
Los fundamentos
expuestos en este artículo, guían la formulación de una propuesta de formación en el ámbito de la Ecopsicología.
Se propone una comunidad de aprendizaje que
busca la formación de líderes capacitados para facilitar la
transformación personal hacia un nuevo
paradigma cultural, el fortalecimiento de la conciencia ecológica, el autocuidado, el bienestar psicosocial y la
implementación de proyectos de
desarrollo humano integral. El programa
es un laboratorio de metodologías psicosociales y educativas para el desarrollo
sostenible, a partir del entrenamiento y la experiencia de investigación
grupal, se busca desarrollar un modelo de formación de facilitadores y
educadores que manejen un conjunto de herramientas para el cambio personal y
social sobre la base de un paradigma integral y ecológico. Esta propuesta busca la integración y reconexión de las dimensiones de la conciencia ecológica en
los ámbitos personal, grupal, global y
medio ambiental.
Existen herramientas
que pueden dar solución a la crisis civilizatoria, los aprendizajes en el
ámbito de la psicología, la permacultura, la ecología social, las sabidurías
ancestrales y las ciencias ambientales, que nos invitan a rediseñar nuestros
territorios, paisajes interiores y exteriores, el promover el pensamiento
holístico, sistémico, la observación de patrones y relaciones complejas que nos
ofrecen mayor comprensión y recursos para la regeneración ecosocial.
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